¿Y si en lugar de poner los objetivos en el niño los pusiéramos en el adulto que se comunica con el niño?
Bombazo.
Esta pregunta la ha hecho hoy en sus redes Cari Ebert, SLP norteamericana, especialista en apraxia infantil y autismo, mamá de un chico autista, conferenciante y divulgadora.
No me he leído la publicación a fondo porque en ese momento no tenía tiempo (es un carrusel donde Ebert va poniendo ejemplos de objetivos a poner en el adulto), pero es que sé exactamente a lo que se refiere. Porque es lo que sin verbalizarlo con esas mismas palabras, es lo que llevo pensando hace mucho tiempo cuando oigo hablar de objetivos de intervención.
He estado haciéndolo así, como dice Ebert, casi toda mi vida profesional como logopeda.
Voy a explicarlo todo con detalle. Ya te aviso: es un cambio de paradigma. Y aunque no es nuevo, es necesario que sigamos compartiendo sobre esto, porque queda mucho camino que andar.
Cambiar el foco: del niño al entorno
Esto no es nada nuevo. Desde que me especialicé en intervención naturalista (en 2005), el foco dejó de ser el niño y pasó a ser el entorno y las figuras de referencia del niño (la familia, la escuela y otros entornos). Por tanto, cuando hago una valoración, no solo me fijo en el niño, sino que incluso me fijo más en el adulto. (Puedes leer más aquí sobre mi metodología y enfoque natural del desarrollo del lenguaje).
Cuando una familia llega a mí y me dice que su peque no habla, o a su peque no se le entiende, o su peque tiene autismo, o su peque “pronuncia” mal las palabras… sí que me interesa ver exactamente cómo se está comunicando este peque, pero más me interesa ver cómo sus adultos de referencia se están relacionando con él.
En este vídeo que grabé en marzo de 2023 te cuento en qué me fijo cuando hago una valoración del lenguaje de un peque. De manera muy resumida te diré lo siguiente:
Me fijo en el peque, porque quiero ver cómo es su forma de comunicarse, de manera verbal, también no verbal, cómo se hace entender, qué recursos tiene, qué palabras han salido, o frases, y que tipo de habla tiene (si es un habla llena de simplificaciones, dificultades con algún sonido…). Quiero verlo porque ni la familia ni los educadores saben hacer un análisis tan preciso de lo que de verdad está sucediendo.
A veces pueden pensar que los problemas son mucho mayores de lo que son porque no saben cuál es la referencia, qué es esperable, muchas veces no tienen en cuenta aspectos positivos que están ocurriendo (simplemente no saben que eso es positivo; por ejemplo, usar la comunicación no verbal, gestos, expresiones faciales para expresarse, se suele ver como algo que no es lenguaje de verdad y no se valora la importancia que tiene).
Otras veces también puede ocurrir lo contrario: la familia no se da cuenta de que está habiendo indicios que nos indican a pensar que puede haber un problema mayor o una causa que provoca este retraso en el lenguaje. Así que es importante que un profesional pueda valorarlo lo antes posible para poner las ayudas que sean necesarias.
Y me fijo en el adulto que se comunica con el peque (su mamá, papá, abuela, tía, cuidadora, educadora) para ver cómo recogen toda la comunicación del peque, cómo le responden, qué le dicen, con qué palabras, si usan o no su comunicación verbal, si esperan y dejan tiempo (o no), si corrigen y de qué manera…
Y la verdad, incluso si no hiciera el análisis del lenguaje del peque, solo viendo y conociendo al adulto podría saber si este está sabiendo favorecer su lenguaje o no. Incluso a veces, hay adultos que sin querer, sin saber, están frenando el desarrollo del lenguaje del peque.
Cambiar los objetivos de intervención: de objetivos sobre el niño a objetivos para el adulto
Así que cuando he leído a Ebert decir que deberíamos cambiar el poner objetivos sobre el niño y ponerlos sobre el adulto me ha saltado el corazón de alegría y he gritado dentro de mí: ¡Esto es lo que llevo haciendo hace muchos años acompañando a familias!
Y no es la primera vez que Ebert escribe de manera impecable lo que llevo pensando y haciendo (la verdad es que yo también hace muchos años que comparto mi experiencia y conocimiento en mi blog, mi guía para familias, mis cursos, mis charlas y talleres), pero cada vez es una muy bonita reafirmación de que estoy en el buen camino.
Sobre los objetivos de intervención. Como iba diciendo, desde que me especialicé en intervención naturalista hacia el año 2005, he estado acompañando a familias y a profesionales relacionados con la infancia a impulsar el lenguaje de los peques con desafíos comunicativos, a través de ajustar su manera de comunicarse con ellos en su día a día. Haciendo esto conseguimos maximizar los momentos en los que el peque realmente está adquiriendo lenguaje: en cada momento del día, en las rutinas cotidianas, cuando juega, cuando está feliz con mamá, con papá, con la abuela, con la persona que lo cuida.
Si estos adultos de referencia saben cuáles son los ajustes que pueden hacer en el entorno y en su comunicación cada vez que están en interacción con el peque, van a estar aumentando y enriqueciendo las oportunidades de comunicación de este peque. Van a estar impulsando su lenguaje de una manera que al final se percibe como natural.
Un cambio de mentalidad
Es cierto que algunas familias dicen que tienen que “hacer un cambio de mentalidad grande” (esto me lo dijo recientemente una de las familias que acompaño a través de mis cursos). Pero de la misma manera que tantas veces en la vida tenemos que hacer un cambio de mentalidad porque sabemos que vamos a obtener unos beneficios y unos resultados deseados.
Por ejemplo, seguramente has descubierto que hay otras maneras de alimentarte, que cuando eras más joven no sabías. Y has cambiado algunos alimentos por otros y te sientes mucho mejor.
Quizás de joven descubriste que solo memorizar no era la manera de aprender, y aprendiste a hacer esquemas, a relacionar conceptos, a leer cosas sobre aquella temática, que favorecía un aprendizaje real.
Quizás pensabas que la única manera de estar fuerte era yendo al gimnasio y ahora has descubierto que prefieres salir a correr, o caminar, o hacer yoga… y sientes que estás en mejor forma física y además te gusta hacerlo.
Yendo al ámbito de la crianza, quizás pensabas que la manera de que tu peque te “hiciera caso” sería siendo muy estricta y al ser mamá te has dado cuenta de que es mejor poner límites realistas y con amor, comprendiendo las necesidades del peque en cada etapa de su vida.
Hay muchos ejemplos sobre cómo a lo largo de la vida tenemos que cambiar de mentalidad, ver las cosas desde otra perspectiva, darnos cuenta de que hay otras maneras de hacer, y que además van más alineadas con nuestros valores y tienen unos resultados mucho mejores.
Prácticas y estrategias no respetuosas con la comunicación del peque
Con la comunicación que dirigimos a nuestros hijos pasa lo mismo. Voy a poner ejemplos reales de familias que pensaban que de esta manera ayudarían a sus peques a hablar. Sin embargo, se encontraban con un peque frustrado, que no mejoraba y ellos ya no sabían qué más hacer.
“Pensaba que para ayudarle a hablar tenía que…
- sentarme en una mesa y hacer actividades dirigidas
- hacer actividades aunque al peque no le interesen
- corregir y hacer repetir
- hacer ver que no le entiendo para que me lo diga bien (o para que me lo diga en mi idioma, en familias bilingües y multilingües donde el peque no habla alguna de las lenguas)
- usar flashcards
- usar aplicaciones
- hacer ejercicios y fichas
- enseñar las letras (aunque el peque todavía no habla casi o muy poquito)
- forzar que use sus palabras (no me valen sus gestos)
- no hablar con mi bebé porque no me entiende
- no hablar con mi hijo ya no tan bebé porque tiene autismo
- ¿Puedes seguir tú compartiendo alguna práctica que sabes que estás haciendo o hacías con tu peque para que hablara y que no funcionó?
Todas estas prácticas no son respetuosas con el peque ni ayudan en nada.
Objetivos respetuosos de la comunicación
El lenguaje se adquiere en las interacciones reales, donde el peque tiene un interés o una necesidad. Por ejemplo, en la bañera el peque quiere que le abras el grifo para que salga el agua. El peque quiere algo de comer. El peque necesita una pieza del rompecabezas que no encuentra. El peque se lo pasa en grande contigo que le haces cosquillitas y quiere más. Al peque le apasiona ese cuento y te quiere mostrar lo que ve en sus páginas. El peque ve que estás haciendo el desayuno y te quiere ayudar. El peque quiere salir a la calle y se da cuenta que no encuentra sus zapatos. Suena una canción y el peque te busca para que cantes…
Mil situaciones que pasan en la vida real en el día a día. Donde todo tiene un significado real, donde el peque tiene una necesidad, un interés, una motivación. Donde se lo pasa bien, está a gusto, se siente comprendido, validado. Donde puede hacer lo que un peque tiene que hacer: experimentar, probar, aprender, observar…
Y donde encuentra a un adulto (tú) que sabe acompañarle con respeto, alegría, confianza y con una “maleta” de estrategias que sabemos que funcionan, que van a impulsar su desarrollo, su aprendizaje, su lenguaje.
Aquí es cuando el adulto (tú) sabe observar y escuchar al peque; conoce sus intereses y motivaciones para proporcionar más de ello o para entender que eso es importante; sabe adaptar su lenguaje al del peque; sabe apoyar todo tipo de comunicación, verbal y no verbal; sabe estar un poquito más por encima del peque para que haya esa oportunidad de crecer, pero no demasiado lejos, donde el peque siente que no es capaz.
Por ejemplo, con acciones cotidianas, quizás tu peque no sabe abrir el yogur, pero en lugar de abrírselo tú, quizás puedes levantar una esquinita de la tapa y dejarle probar. Quizás tu peque no puede ponerse la chaqueta solo, pero tú le ayudas con una manga y le dejas probar que siga con la otra. Quizás tu peque no puede llegar a un lugar, así que le pones un apoyo para que pueda hacer un siguiente paso.
Con el lenguaje, quizás tu peque no está diciendo palabras completas, así que tú le vas devolviendo modelos de las palabras completas (sin forzar ni esperar nada a cambio); quizás tú peque está usando sus gestos para comunicarse, y tú los validas como forma de comunicación dándole además el lenguaje que corresponde. Quizás tú peque no se sabe los colores todavía, pues tú propones actividades donde salgan colores, o te fijas en cualquier oportunidad donde haya colores bonitos y los nombras, pero sin pretender que los aprenda ya.
Otros mil ejemplos podría poner.
El resumen de esta sección sería que favorecer e impulsar el lenguaje de tu peque no va de forzar, corregir, hacer repetir, hacer ver que no le entiendes, ni hacer “ejercicios” o actividades educativas. Va de ese cambio de mentalidad, de comprender que debemos cambiar nosotros algunas actitudes y formas de comunicarnos con el peque respetuosas y más acordes con su momento de desarrollo, manera de aprender y sus intereses.
Para mí, un buen punto de empezar es entendiendo la comunicación como un árbol (que he escrito en varios artículos y vídeos, y explicado en detalle en dos de mis cursos; dejo la información más abajo).
A través del adulto conseguimos los resultados
Sigo con los objetivos de intervención. Hace casi dos años, empecé a colaborar con un equipo de profesionales y allí aprendí sobre objetivos simples y funcionales en la intervención. Si bien fue súper interesante y aprendí muchas cosas, había algo que no acababa de ver.
Para poner objetivos de intervención, debíamos pensar en lo que la familia, educadores y/o terapeutas queríamos conseguir de estos peques y entonces se formulaban unos objetivos parecidos a:
“La niña expresará oralmente lo que quiere, siente o necesita en el momento del cuento con su madre. Sabremos que lo ha logrado cuando lo haga 1 vez al día (en el momento del cuento), 5 veces a la semana.”
A mí, me costaban mucho pensar en los objetivos así, porque me decía: “Vale, queremos que la niña haga esto, y hable más, pero… ¿qué tiene que hacer el adulto para conseguirlo?”
Y tengo las anotaciones que hice sobre este caso en un documento que compartíamos el equipo. Mis palabras fueron: “Yo veo que hay unas previas a conseguir. Porque leo que la preocupación de la mamá es una, pero la niña participa, está expresando muchas cosas… Creo que necesita más seguridad inicialmente y eso pasa por mucha escucha por parte del adulto, no esperar nada a cambio de momento, modelar, partir de la iniciativa de la peque y poner palabras… para darle confianza y que poco a poco vaya lanzándose más.
Una duda que tengo con los objetivos funcionales es: ¿no se podrían hacer sobre lo que tiene que hacer el adulto? Ya entiendo que lo que queremos conseguir es que la niña haga o diga, pero es en función de lo que haga el adulto que lo conseguiremos o no.” Lo escribí en septiembre de 2024.
¡Buf! Hace un año me estaba preguntando lo mismo que hoy, Cari Ebert, nos invita a preguntarnos.
Todo lo que queramos conseguir que haga el peque, pasará en cómo los adultos de referencia sabemos adaptarnos a él, sabemos darle lo que necesita, con la dosis justa entre ofrecer retos para crecer y saber acompañar.
Como iba diciendo al principio del artículo, Ebert en el post de hoy propone algunos objetivos sobre el adulto desde una perspectiva neuroafirmativa. Si no estás familiarizada con este concepto de lenguaje neuroafirmativo te invito a leer mi artículo de agosto de 2023: “Lenguaje neuroafirmativo en Terapia de Lenguaje – Logopedia consciente y respetuosa”.
Y si buscas en la IA de Gemini y preguntas qué es el lenguaje neuroafirmativo y quién habla de ello en España nos dice: “Cada vez más logopedas, psicólogos y terapeutas ocupacionales adoptan esta perspectiva. Dejan de centrarse exclusivamente en la «corrección» de las diferencias y pasan a un enfoque que impulsa las fortalezas y la comunicación funcional. Profesionales como Estela Bayarri, logopeda infantil, son un ejemplo de esta corriente en el ámbito de la comunicación con niños neurodivergentes, compartiendo recursos y estrategias desde una visión neuroafirmativa.” Gracias, Gemini 🙂
Ejercicio práctico: objetivos para el adulto que se comunica con un peque
A continuación voy a hacer el ejercicio de poner objetivos a los adultos. Y como he dicho al principio de este artículo, no he leído en profundidad la publicación de Ebert. Lo haré cuando termine de escribir todo esto para poder compartir lo que genuinamente pienso.
Objetivos sugeridos para los adultos que se comunican con un peque con desafíos comunicativos. El adulto…
- hará por conocer los intereses y motivaciones del peque.
- comprenderá que todas las formas de comunicación son válidas (gestos, expresiones faciales, sonidos, vocalizaciones, palabras no bien articuladas, ecolalia, cualquier lengua que el peque use…).
- dejará tomar la iniciativa al peque para darle oportunidades para expresarse.
- esperará y dejará mucho más tiempo para que el peque pueda tomar su turno de conversación.
- usará los momentos de interacción real con el peque como verdaderos momentos de aprendizaje (no hay “ejercicio” que sea más valioso que eso).
- se adaptará a su nivel físico y madurativo. Literalmente se pondrá a la altura del peque, donde el peque le pueda ver la cara, las manos, lo que el adulto le muestra y dice.
- entenderá las necesidades reales del peque en cada etapa evolutiva.
- apoyará la comunicación verbal con comunicación no verbal (gestos, entonación, lentitud, más énfasis; porque ya hemos dicho que toda comunicación es válida, y que además la comunicación no verbal va de la mano e impulsa la verbal).
- apoyará la comunicación con sistemas aumentativos de comunicación (apoyos visuales; sobre este tema compartiré algunos artículos que he escrito más abajo).
- dará modelos de lenguaje reales y significativos, con emoción (sin recurrir a lenguaje meramente descriptivo e impersonal; aquí un ejemplo gráfico).
- validará cualquier forma de jugar, despatologizando algunas formas de jugar (me refiero a esto).
- presumirá competencia y comprensión (quizás el peque no muestra que comprende ciertas cosas, pero no por eso dejamos de proporcionar experiencias y oportunidades).
Y ahora sí, he leído los objetivos que sugiere Ebert para los adultos que podrían ser una continuación para esta lista. Te dejo su publicación original más abajo.
Conclusión reveladora
El éxito en el desarrollo del lenguaje infantil no depende únicamente de las habilidades del niño, sino, y de manera crucial, de la adaptación y conciencia del adulto que lo acompaña. Desde la perspectiva de la intervención naturalista, el verdadero foco de cambio y mejora no es el niño, sino el entorno y, más específicamente, la forma en que los adultos interactúan con él.
Gracias a las reflexiones de hoy de Cari Ebert, escribo este artículo para proponer este cambio de paradigma: pasar de fijar objetivos de intervención en el niño a establecerlos en el adulto. De esta manera queda de manifiesto que el lenguaje no se adquiere a través de ejercicios o correcciones forzadas, sino en las interacciones cotidianas, significativas y respetuosas, donde el adulto es quien tiene que entender y aprender muchas cosas, y ajustar su comunicación al niño.
En esencia, la logopedia consciente no busca “arreglar” o “corregir” al niño, sino empoderar a los adultos con las herramientas y el conocimiento necesarios para fomentar un entorno donde la comunicación pueda florecer de manera natural y con confianza. Este cambio de mentalidad no solo impulsa el lenguaje, sino que también fortalece el vínculo afectivo y la seguridad del niño, cimentando las bases para una comunicación fluida y exitosa en el futuro.
Preguntas para la reflexión
¿Qué otra práctica, que se creía útil, has descubierto que en realidad no ayuda al desarrollo del lenguaje de tu peque?
Después de leer esto, ¿qué pequeño ajuste en tu forma de comunicarte con tu peque te gustaría probar hoy mismo?
¿Qué crees que es lo más difícil de poner en práctica al cambiar el enfoque del niño al adulto?
Me encantará leerte.
Comparte este artículo si crees que puede ayudar a alguien.
Algunos artículos donde ya había citado a Cari Ebert:
- (en agosto de 2023) Lenguaje Neuroafirmativo en Terapia de Lenguaje – Logopedia Consciente y Respetuosa
- (en abril de 2022) Día Mundial del Autismo, 2 de abril de 2022
- (en noviembre de 2021) Neurodiversidad: un enfoque respetuoso del autismo | Método Natural de Lenguaje
Publicación original de Cari Ebert que me ha inspirado a escribir este artículo:
En català:
- Llenguatge Neuroafirmatiu en Teràpia de Llenguatge – Logopèdia Conscient i Respectuosa
- Neurodiversitat: un enfocament respectuós de l’autisme | Mètode Natural de Llenguatge
Artículos relacionados con la temática de hoy:
- Despatologicemos esto: “Mi hijo alinea sus juguetes” | Neurodiversidad y Lenguaje Neuroafirmativo
- Mitos en torno a la comunicación y al lenguaje de los peques autistas (TEA, neurodivergentes) ¡derrumbados!
- Impulsa el lenguaje de tu hijo que está tardando en hablar SIN esperar nada a cambio
- Primero es comunicar, después hablar | La comunicación son las raíces
- Mi metodología y enfoque natural del desarrollo del lenguaje).
Artículos sobre sistemas aumentativos de comunicación:
- Uso de los SAAC (Sistemas Aumentativos y Alternativos de la Comunicación) e importancia de la familia | Con Isabelle Monfort
- Antes de los Pictogramas o Signos: Construir la Comunicación desde las Bases
- Escenas visuales como Sistema Aumentativo de la Comunicación para niños autistas con desafíos comunicativos | Traducción del artículo de Patenaude
Cursos donde hablo en detalle de la metáfora árbol para entender cómo los peques desarrollan lenguaje y qué debemos hacer los adultos para apoyarlos:
- Curso ¡Aprender a Hablar es Increíble!
- Curso «Impulsa el lenguaje de tu hijo/a con estas Estrategias ESTRELLA de mi Método Natural de Lenguaje»
Mi guía para familias:







