Este artículo es un recopilatorio de varias publicaciones de mi cuenta de Instagram @creciendoconlaspalabras que escribí cuando vivíamos en Londres (posts del 2018 y 19). El artículo lo acabé de escribir a finales del año pasado pero todavía no lo había publicado porque esperaba a tener mi nueva web lista.
Hoy tengo ganas de compartirlo porque el artículo ha tomado un cariz distinto. En él hablo de la importancia de la naturaleza, algo de lo que me hice especialmente consciente cuando vivíamos en Londres. Compartía mis reflexiones en mis publicaciones de Instagram para inspirar e invitar a todas las familias a tener más contacto con la naturaleza. Ahora nos encontramos que no podemos salir de nuestras casas y los que vivimos en la ciudad estamos sufriendo de ese déficit de naturaleza del que hablo a continuación.
Si os parece interesante esta reflexión sobre la importancia de la naturaleza que tenemos privada estos días, compartid por favor.
Por qué los niños necesitan aprender en la naturaleza
La hiperconectividad, el tiempo que pasamos frente a una pantalla, una población cada vez más urbanita y una educación ambiental distanciada de su objeto de estudio son algunas de las causas que han originado el llamado déficit por naturaleza, un concepto acuñado por el periodista estadounidense Richard Louv que habla de afecciones físicas y emocionales provocadas por la carencia de interacción con fauna y flora. También de la desaparición de los beneficios que esa conexión conlleva.
También, cuatro expertos en pedagogía señalan los motivos por los que es vital integrar los espacios naturales en el modelo educativo y restaurar el vínculo con lo verde, en este súper interesante artículo “” en El País
Un libro que tengo pendiente es Compartir la naturaleza de Joseph Cornell (La Traviesa Ediciones), tiene muy buena pinta: “Gracias a su metodología del Aprendizaje Fluido (Flow Learning™), cualquiera —sea profesional o no— puede ayudar a otras personas a reconectar con la naturaleza de manera profunda y significativa”.
La secuencia metodológica se desarrolla en cuatro pasos progresivos:
- Despertar el entusiasmo, para captar el interés.
- Enfocar la atención, para conseguir un estado de atención y receptividad.
- Ofrecer una experiencia directa, para posibilitar experiencias inmersivas en la naturaleza, utilizando todos los sentidos.
- Compartir la inspiración, para transformar la experiencia y el aprendizaje en recuerdos profundos y duraderos.
Naturaleza diaria
Distintos estudios han demostrado cómo cosas tan simples como dar un paseo por un entorno verde puede ser beneficioso para nuestra salud. Así lo ha concluido una reciente investigación realizada por Natural England, la agencia de medio ambiente del Gobierno de Reino Unido, en la que se revela que las personas que dan paseos de al menos dos horas semanales en parques tienen mejor salud y son más felices que aquellas que no pasan tiempo en la naturaleza.
Cuando vivíamos en Londres (2016-19) disfrutamos del contacto con la naturaleza casi diariamente pues teníamos un gran parque al lado de casa. Podíamos fijarnos que las flores iban cambiando en función de la temporada (¡vale la pena poder estar en Londres una larga temporada o ir yendo en distintas épocas!).
Cuando hacían acto de presencia los tulipanes, M y yo no perdíamos detalle. También hacíamos memoria de las flores que estuvieron antes o de las épocas en que no hay todavía nada plantado. M preguntaba si esa flor era de invierno, primavera o verano. ¿Sabéis que cada tulipán huele diferente? De entre los tulipanes rojos, los morados, los blancos y los naranjas, estos últimos son los que mejor huelen.
Esta manera de vivir forma parte de nuestra educación lenta, de nuestro slow living, de la importancia de estar en la naturaleza, de los cambios, del aprender a mirar, del recordar, de fijarse en los detalles y las diferencias… un aprendizaje natural e integral.
Después de unas vacaciones en el Empordà, volvimos a Londres y, al salir hacia el parque, nos empezamos a fijar en cosas que estaban diferentes de cuando nos fuimos. Se me ocurrió hacerlo como un juego y, además, anotarlo. Nos fijamos que las rosas, sin florecer aún, estaban mucho más altas; los arbustos y los árboles, más frondosos; los cerezos, sin flores, pero muy verdes; y mucho más.
Esto es un auténtico aprendizaje de la naturaleza, de sus estaciones, de los diferentes momentos. Aprender a mirar. A escribir y leer. Aprendizaje natural y significativo.
Déficit de naturaleza
¿Sabéis que existe tal cosa como el trastorno por déficit de naturaleza? Louv, a quien nombraba al principio del artículo, es el padre de este concepto y en sus trabajos nos recuerda que los niños y niñas del siglo XXI crecen desconectados del mundo natural; una desconexión con consecuencias muy negativas.
La exposición directa a la naturaleza es esencial para el desarrollo humano, especialmente de los niños, y las consecuencias negativas de no tenerla con regularidad son obesidad, dificultad de atención, enfermedades cardiovasculares y depresión.
Los efectos positivos del contacto cotidiano con la naturaleza son el desarrollo y la potenciación de todos los sentidos, la facilidad de integrar aprendizajes, el enriquecimiento de la creatividad o el desarrollo general de las habilidades psicológicas de los niños a través del vínculo con todo lo natural, entre otros.
Beneficios de la naturaleza
“Estudia la naturaleza, ama la naturaleza, mantente cerca de la naturaleza. Nunca te fallará.” -Frank Lloyd Wright.
El ser humano necesita el contacto con la naturaleza: se ha comprobado que solemos preferir los lugares naturales por encima de los artificiales. La naturaleza puede contribuir a recuperar nuestras capacidades psicológicas después de una tarea que requiera esfuerzo mental durante un periodo de tiempo. Por ejemplo, después de estar rato trabajando delante de una pantalla, parece que es suficiente con mirar por la ventana si lo que ves es naturaleza para relajarte y descansar la vista y la mente. También nos ayuda a reponernos de eventos estresantes y promueve estados de ánimo más positivos.
Muchos niños carecen de tiempo para jugar al aire libre debido al ritmo de vida, pero esto está teniendo consecuencias: un aumento en la aparición de trastornos de la salud en los niños, como obesidad, asma, trastorno por déficit de atención e hiperactividad y déficit de vitamina D.
Casi un 50% de Londres es zona verde. Se podría ir caminando travesando la ciudad sin casi salir de una área verde: parques con extensiones de hierba, árboles, flores, lugares muy bien ajardinados, hasta auténticos bosques. Tuve que irme a vivir a una ciudad como Londres para, en realidad, pasar la mayor parte del tiempo en la naturaleza, lo que me hizo replantearme muchas cosas de la educación, de la salud y de nuestro estilo de vida.
Para mí, la calma que la naturaleza nos da la explico por:
- La simplicidad de estar tú con los árboles, plantas, hojas, tierra.
- La belleza natural.
- Los colores, el verde y, en otoño, todas las tonalidades del marrón, lila, amarillo, rojo…
- El respirar aire puro, pues los árboles generan oxígeno.
- El sonido de las hojas con el viento y poco más (nos alejamos de la contaminación ambiental de la gran ciudad aún estando en medio de la ciudad).
- Ver a nuestro pequeño tan feliz con una rama, con las hojas, las piedras… no necesita nada más.
Inteligencia natural
Louv también habla de la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner para explicar cómo la octava inteligencia debería ser la inteligencia natural, es decir, la capacidad de identificar y clasificar los elementos de la naturaleza. Según Sarah Ivens, autora de Forest Therapy (Terapia del bosque), la lista de beneficios que nos aporta pasar más tiempo en el bosque, la playa, el campo o la montaña es muy larga.
Me encanta cuando encuentro conceptos que ya están estudiados por otros que a mí me han aparecido en el pensamiento de manera intuitiva. Por ejemplo, en mis redes sociales, estuve usando mucho los hashtags #naturetherapy, #natureheals, #parktherapy, que me salieron de dentro usarlos, y que luego descubrí que hay personas que les han dedicado artículos, estudios y libros, y entonces puedo profundizar más.
Cualquier mañana fría pero radiante en nuestro parque al lado de casa se convertía en un aprendizaje impagable: sobre árboles (perennes y caducos), flores (de cada estación), tipos de rosas, entender mapas, pájaros (patos, ocas, cuervos, gaviotas, garzas y moorhens -solo conozco el nombre en inglés-) y cosas que no se pueden describir con la razón, sino con la emoción.
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